Monday, June 14, 2010

CRISIS DE LA EDAD

Indispensable contar un poco de antecedentes familiares. Provengo de un seno familiar muy tradicional y machista, que solía reunirse con frecuencia –cuando la abuela vivía- además de ser tradicional resulta que los cinco primeros nietos –antes de nacer mi hermana- fueron hombres. Así que los cinco varones asumieron el papel de guardianes y protectores, primero de mi hermana y cuatro años después, asumieron su papel conmigo.

Nos dejaban fuera de cualquier travesura, aventura, conversación, descubrimiento y diversión, ya que nostras debíamos aceptar nuestro rol de muñecas de aparador. Cuando llegué a la adolescencia, el mayor, como buen consejero y guardián, decidió enseñarme todo lo que en materia de hombres debía yo saber. Me instruyó sobre todas y cada una de las mentiras que los hombres me dirían para lograr acostarse conmigo, me dijo que era muy bonita, que debía bajar de peso para gustarles y tratarlos mal, incluso aún recuerdo cuando me dijo que la mayor virtud de una mujer era su virginidad. Yo tenía quince años. En ese entonces él debió haber gozado con una gran credibilidad, era doce años mayor que yo, guapo, universitario, empresario, manejaba un auto deportivo y era un casanova. Le conocí muchas novias, amigas, acostones, todas muy bonitas, de todos tipos, nacionalidades, clase sociales, actividades, reputaciones, incluso una reina de belleza venezolana.

Afortunadamente a pesar de ser una adolescente escuché todos sus consejos sin tragarme ni uno solo… Primero por que siempre me supuse lo suficientemente inteligente para distinguir una historia para querer impresionarme, de la realidad. Segundo. Sí, a todos les gustan las mujeres que parecen modelos y pesan 50 kilos, lo sé. A pesar de ello jamás he considerado mi sobrepeso como una condición para que la gente me quiera más o menos. Tercero, no encuentro razones para ser déspota con las personas, independientemente si son hombres, mujeres, mayores o niños. Cuarto, siempre he creído que jamás, en ningún momento y bajo ninguna circunstancia la virginidad sea una virtud; cuando se nace es una condición, cuando se crece es una elección.

A principio del año la familia volvió a reunirse como en los viejos tiempos. Al verme llegar –sin acompañante- los mayores me inundaron de preguntas sobre mi situación romántica, cuestionaron el hecho de que no tuviera pareja, hicieron notar que estoy por abandonar la década de los veintes, incluso uno quiso hacerme reflexionar sobre mi reloj biológico y lo próximo que esta a “detenerse” y que debería tener descendencia pronto. Yo escuché y callé, no tenía ganas de discutir mi visión sobre la vida.

Aprovechando la ocasión de que la familia estaba reunida, el casanova anunció que se casaría, el júbilo, la sorpresa, las felicitaciones se escucharon durante un rato. Alguien preguntó la fecha del enlace, el casanova al anunciarla aclaró que sería después del cumpleaños número veinte de la novia. Entonces se hizo un silencio, de esos incómodos. Nadie sabía exactamente que decir, la consternación hacía decir a unos medias palabras, otros hacían cuestionamientos. Yo me encontraba cerca de la mesa de bebidas, al ver la escena, tranquilamente me serví un whiskey que me lleve a la boca para ocultar mi sonrisa y reír para mis adentros, sabiendo que a pesar de no encajar en su visión a mí no me aqueja esa crisis de la edad.

Tuesday, June 01, 2010

Puntos Convergentes

Hoy tu y yo ya no tenemos puntos convergentes... te veo y siento que se me han acabado las palabras. Nuestros temas de conversasión son los tuyos o los míos pero no los nuestros. Ya no tenemos lugares para existir. Entre nosotros hay un gran silencio que me susurra que te deje ir, que ya no descubriremos nada nuevo, que ya no hya lugares que pueda ver contigo. Siento que ya no queda nada que puedas enseñarme y que nada puede ser diernete entre nosotros. Todo ha sido tan igual desde entonces, el dolor y el recuerdo es lo único que existe para ti. Ya no somos nosotros, aquello cómplices. Estamos aqui por honrar nuestro pasado...hoy eres tan distante que ya ni siquiera te recuerdo, ni al mundo en el que existíamos.