Hacia como dos meses (o más) que
había pensado en esta entrada, pero nada más no lo escribía, la pereza y eso
que es “más urgente”, era una entrada sobre la importancia de salir con un
feminista y los pelos.
Preámbulo:
Me he topado con este titular “'SinDepi',
El Nuevo Método Que Te Asegura Follar Solo Con Tíos Que Valen La Pena”, leo el
artículo, que va de esta fijación machista que los cuerpos de las mujeres deben
ir depiladas de cabo a rabo y que los pelos, la falta o la abundancia de ellos
tienen connotaciones de toda índole. Léanlo, que no se los voy a contar yo
todo. Al terminar de leer, no me quedó más que escribir por fin esta entrada.
Long Story Short.
Hace tiempo reflexionaba yo sobre
la fortuna que tuve de haber salido con un feminista, uno de deveras y pensando
en esto, una de mis anécdotas favoritas de las lecciones feministas que me
enseñó era sobre pelos, lo cual incluía mucho más que sólo pelos (que bueno, el
hecho de ser mujer te enseña nada sobre feminismo). La fortuna fue mayor al hacerlo justo en una etapa donde el
ejercicio pleno y conciencia de mi sexualidad y la de otros apenas comenzaba.
El punto era la anécdota, en una
ocasión en una charla íntima pregunté sobre sus preferencias, por que yo tenía
el pensamiento retorcido enseñado de generación en generación sobre el deber de
la mujer de la complacencia de tu compañero, en una serie de preguntas enfocadas
a informarme y ajustarme dentro de “lo posible” a esta “complacencia” sobre los
deseos de aquél sujeto. Pregunté sobre ropa y pregunté sobre pelos. Su
respuesta que no recuerdo palabras textuales y tal vez mi memoria lo endulza,
pero según yo el punto o su respuesta fue: Sí, él tenía preferencias de
vestimenta, estilo, pelos y etc. las cuales no iba a compartir ya que sus
preferencias eran suyas y las mías me pertenecían y por ninguna razón debía yo
ajustar las mías a las suyas (como si intuyera hacia donde iba mi camino).
Debía vestirme como me diera la gana y llevar los pelos cómo me diera la gana,
en las zonas que me diera la gana o bien eliminarlos de donde me diera la gana
con el método que me diera la gana.
Y no es que fuera el hilo negro,
es más, si lo piensan tiene todo el sentido del mundo, sin embargo, yo antes de
esta respuesta expresaba esta idea de dientes para fuera, pero internamente
estaba buscando cumplir la complacencia. Sus palabras me cayeron como yunque en
la cabeza, de esas veces que en cuatro palabras se derrumba una muralla y
bueno, a sazón de la ocasión, hasta la fecha llevo los pelos o la ausencia de
ellos cómo y dónde me place.
Artículo de referencia: